jueves, 18 de marzo de 2021

LOMLOE, estándares y currículo: ¿vamos a perder una nueva oportunidad?

Con la llegada de la LOMCE (2013, texto consolidado con LOE 2006) aparecieron por primera vez en el sistema educativo unos nuevos referentes para la evaluación de los aprendizajes: los estándares de aprendizaje evaluables. Fue una introducción desafortunada, no por el hecho de que se planteasen estándares, como ahora veremos, sino porque su introducción fue forzada y poco ajustada a los criterios que en otros países se usan para definirlos y ponerlos en juego con otros elementos del currículo. Tanto es así que han creado cierta desazón entre la comunidad profesional docente. Y claro, ha habido un aplauso generalizado con su eliminación en la LOMLOE (2020).

Los estándares entonces definidos jugaban un papel, aunque no se explicó convenientemente. Servir de base para el diseño de pruebas externas (las de las evaluaciones individualizadas) y se plantearon como concreciones (aunque a veces no lo eran) de los criterios de evaluación, los referentes de la evaluación.


Estándares de aprendizaje evaluables: especificaciones de los criterios de evaluación que permiten definir los resultados de aprendizaje, y que concretan lo que el estudiante debe saber, comprender y saber hacer en cada asignatura; deben ser observables, medibles y evaluables y permitir graduar el rendimiento o logro alcanzado. Su diseño debe contribuir y facilitar el diseño de pruebas estandarizadas y comparables.
(Art. 2.e, Real Decreto 126/2014 y Real Decreto 1105/2014)

Sin embargo, complicaron y burocratizaron la planificación de la actividad docente y la evaluación del aprendizaje, reduciéndola, si todavía quedaba algún resquicio de esperanza, a un mero trámite. Incluso agravado por la transmisión de la falsa idea de "calificarlos" uno a uno.

La LOMLOE plantea ahora los siguientes elementos prescriptivos (Art. 6.1):


A los efectos de lo dispuesto en esta Ley, se entiende por currículo el conjunto de objetivos, competencias, contenidos, métodos pedagógicos y criterios de evaluación de cada una de las enseñanzas reguladas en la presente Ley.

Nuevamente, seguimos anclados a un currículo planteado desde esquemas de hace 30 años, con una cantidad de elementos curriculares que muy bien se deben articular para que, coherentemente, guíen la práctica docente sobre los aprendizajes que deben promoverse en el aula y cómo estos pueden evaluarse. Además de servir como nexo entre estas prácticas de aula y las evaluaciones externas que anuncia la propia ley orgánica.

En un estudio comparado auspiciado por la OECD (CEPPE, 2013) con 11 países y algún estado en USA, Canadá y Australia, se plantean cuestiones interesantes en torno a la definición de estándares, ahora desaparecidos. Cuestiones que merecen ser tenidas en cuenta, y ojalá lo hubiesen sido antes de publicar la nueva ley orgánica para dar un salto cualitativo al currículo definido en nuestro sistema educativo. En esta entrada solo paso a comentar los estándares referidos al aprendizaje, dejando a un lado las consideraciones referidas a los estándares de los docentes y de los directores escolares, que también son tratados en esta publicación.

La naturaleza de los estándares

El término "estándar", en el contexto curricular, no está definido de forma unánime a lo largo y ancho de los sistemas educativos, y esto genera bastante confusión. Además, términos como: metas, competencias, objetivos o criterios juegan papeles similares en distintos países.

En el Thesaurus de ERIC se define estándar (standards) como las reglas, principios o criterios por los que los niveles o grados de adecuación, aceptabilidad, cantidad, cualidad o valor son medidos o juzgados. Y como término más concreto, los estándares académicos (academic standards) serían los criterios establecidos por una institución académica para determinar los niveles de logro de los estudiantes. Dicho de otra forma, el CEPPE (2013) señala que los estándares son las definiciones sobre lo que una persona debería conocer y ser capaz de hacer para ser considerado competente en un dominio particular. 

Más importante aún, para la definición de unos estándares de aprendizaje y del currículo, es la consideración que hacen Kleinhenz et al. (2007) sobre dos tipos de estándares y un tercer elemento a tener en cuenta, cuestión que coincide en parte con Wiggins (1998, p. 106). En el siguiente gráfico se resumen todas estas aportaciones:


Así, aplicado todo ello al aprendizaje que los estudiantes deben realizar, los estándares, señalan aquello que se debe conocer y ser capaz de hacer, que debe ser valorado y promovido (estándares de contenido), y se puede utilizar para evaluar si lo que se valora está logrado o no (estándares de desempeño).

Los estándares de contenido no sólo apuntan al conocimiento, a lo conceptual, sino que también se ocupan de hechos, principios, proposiciones, teorías, destrezas, habilidades, actitudes y valores...Son la parte que constituye el currículo de cualquier asignatura. Mientras que los estándares de desempeño concretarían, sobre cada estándar de contenido, a qué nivel se considera que un alumno o alumna ha alcanzado el nivel de competencia mínima.

Por otra parte cabe reseñar el CÓMO VALORAMOS, los criterios de evaluación propiamente dichos en la mayor parte de la literatura sobre evaluación, que no coinciden con el concepto de los que aparecen en nuestro sistema educativo.  Serían aquellas reglas que conoce el estudiante mediante las cuales se va a evaluar su aprendizaje con una evidencia o evidencias concretas.

El caso del currículo español

En nuestro caso, dado que desaparecen los estándares de aprendizaje evaluables, que ni siquiera hacían la función de auténticos estándares, como en otros países ocurría, ¿qué elementos son los referentes de la evaluación, lo que es valorado, esos estándares de contenido?

La respuesta a esta pregunta es: los criterios de evaluación. El problema está en el nombre, ya que criterio de evaluación en el resto de países y la literatura sobre evaluación, son otra cosa, como se ha ejemplificado anteriormente.

Y el resto de elementos, ¿son necesarios? La mayoría de currículos analizados en el estudio de CEPPE presentan un grado de sofisticación alto y una de sus principales características es que los elementos curriculares están muy bien alineados (objetivos, competencias, estándares, áreas de contenido...). Basta con pasarse por el currículo australiano (ver aquí). Aún así, raramente se cae en un lista inconmensurable de contenidos.

El problema del listado de contenidos del caso español, además de ser muchos, es que todavía hoy son lo que guía la práctica del aula: la estructura de las lecciones magistrales y unidades didácticas, los libros de texto, las actividades propuestas y las pruebas, generalmente las que se plantean mediante cuestionarios que sólo buscan la reproducción de estos contenidos (previa memorización mediante el estudio). La prueba es que el feedback por antonomasia para aquel alumnado que fracasa en estos cuestionarios es "estudia más". Y todo esto hace que nuestros criterios de evaluación queden prácticamente relegados al olvido o a fases de la programación didáctica donde lo que importa es cumplir con los requisitos que demanda la administración. Mi opinión es que los contenidos sean eliminados para siempre, dejando sólo una especie de bloques de contenido para cada asignatura, algo más desarrollados de los que hasta ahora tiene nuestro currículo.

Contenidos de Matemáticas (Infantil (K) a 4º ESO (Stage 10)). Currículo Australiano.



Otra de las características fundamentales en estos sistemas, de la que ha carecido históricamente el sistema educativo español, es que se tiene muy presente la cuestión de los estándares de desempeño (performance standards) y especialmente de las situaciones de evaluación o desempeño competente, que actúan como guías para el profesorado (cómo evaluar). Así, para cada estándar (de contenido) se presentaría una guía general de cómo desarrollar estándares de desempeño (a incluir por ejemplo en rúbricas o instrumentos similares en el contexto del aula) y diversas situaciones de desempeño (de evaluación) con material listo para usar por el profesorado. Esta es la verdadera revolución de un currículo, acercarlo al aula.

Otras consideraciones interesantes

El documento del CEPPE (2013) introduce cuestiones interesantes a tener en cuenta a la hora de adoptar este nuevo reto de desarrollar estándares de contenido, que en nuestro caso serían los criterios de evaluación. Entre ellas definir los propósitos para los que se definen, a saber (pp. 18-19):
  • Clarificar y hacer explícitas las expectativas de aprendizaje para el alumnado.
  • Alinear las expectativas con las demandas del mundo actual.
  • Guiar y centrar la enseñanza.
  • Promover el compromiso por la equidad.
  • Proporcionar criterios comunes sobre los que evaluar el progreso del alumnado.
  • Facilitar la comunicación entre diferentes grupos interesados en la educación y su calidad.
  • Enfatizar el objetivo final del sistema escolar y centrar las políticas.
  • Identificar al alumnado y escuelas que necesitan apoyo.
Más allá de estas consideraciones importantes que se deberían adoptar en nuestro diseño de currículo y en concreto de los criterios de evaluación me gustaría señalar dos más:

Formato de los estándares

Existen dos formas de plantear los estándares de contenido:
- Estándares centrados en el logro: lista de objetivos no necesariamente conectados; logros que no conllevan ningún tipo de relación con aquellos que se sitúan a niveles superiores o inferiores.
- Estándares de desarrollo (developmental standards): describen cómo la competencia en el dominio en cuestión se va desarrollando, desde los niveles inferiores hasta los niveles superiores o más complejos y que mantienen una coherencia clara con los inferiores.

Esta última es la solución que se adoptó en el currículum de la Comunitat Valenciana, y que queda claramente visualizada en los documentos puente (Ed. Primaria / Ed. Secundaria).


Ejemplo de criterio de evaluación (e indicadores de logro asociados) en progreso (Matemáticas 1º a 6º de Ed. Primaria)
Fuente: Conselleria d'Educació, Cultura i Esport. Generalitat Valenciana. 


Tabla de objetivos y resultados en Matemáticas 
Fuente: Education Standards Authority (Accedido en marzo de 2021).

Las ventajas que proporciona este formato al profesorado son, según Forster (2007):
  • Estimular a visualizar el aprendizaje de su alumnado como parte de un continuo.
  • Comprender la naturaleza del progreso del aprendizaje en su asignatura.
  • Ver la evaluación como la valoración del nivel que han alcanzado en ese continuo, en lugar de limitar la evaluación a una comprobación del logro de objetivos concretos y desconectados.
A esto se añade que constituyen una fuente valiosa para realizar auténticas adaptaciones curriculares (sean significativas o no) basadas no en contenidos desconectados, sino en función de la complejidad de este mismo contenido, los aprendizajes previos y la profundidad en habilidades de cognitivas, afectivas o motoras. En definitiva, preparan también para la introducción de enfoques, como el que proporciona la enseñanza multinivel.

Esto nos lleva a que es importante definir el progreso atendiendo a ciclos, y no dejando la definición de los estándares (en nuestro caso criterios de evaluación) sólo en el final de las etapas o en niveles donde se vaya a realizar una evaluación estandarizada externa, tal como hizo la LOMCE (2013). Y sin obviar a la Ed. Infantil de todo este mapa de progreso, que mucho me temo que así será de nuevo.
Ya sabemos a lo que dio lugar esta indefinición de niveles en el sistema educativo español,  seguramente por las prisas que cualquier gobierno se toma en dejar su efímera huella, antes de ser relegado a la oposición y al soterramiento de todo aquello que desarrolló, como viene siendo de costumbre.

Desarrollo de los estándares de aprendizaje

¿Quién debe desarrollar estos estándares? En general, en la mayor parte de países analizados en el estudio del CEPPE (2013) se diseñan por parte del gobierno central, que toma el papel de definirlos y de guiar su desarrollo. Pero en determinados países también forman parte asociaciones profesionales vinculadas a las asignaturas o áreas, aunque cada vez es menor esta tendencia.

Lo que sí existe, en este enfoque top-down, es un largo período de consulta (bottom-up) implicando a organizaciones de profesorado, grupos de profesores de cada área, familias, académicos de diferentes disciplinas, autoridades educativas...), cuyo feedback se considera para la realización de modificaciones de los borradores. Por ejemplo, se puede proporcionar un borrador a escuelas piloto para que en función de la práctica introduzcan modificaciones. ¿De cuánto tiempo estamos hablando? En algunos casos entre 5 y 8 años. Impensable aquí en España, ¡no vaya a ser que nos tiren! Y es que estamos hablando de algo importante, que debería constituir un consenso político de larga duración. No son buenas las prisas.


Evaluación de los estándares de aprendizaje

Para finalizar esta larga entrada, casi una revisión de aquella que publiqué hace algo más de tres años (ver aquí), me centraré brevemente en la importancia de evaluar los estándares de aprendizaje.

Se distinguen dos niveles de evaluación que, en cualquier caso, deben ser diseñados manteniendo una alineación y consistencia con los estándares de contenido, este es el hecho más relevante e importante:

- Evaluación estandarizada: mediante la identificación de los puntos de corte, como versión operativa de los estándares de desempeño. A este proceso, en la construcción de pruebas, se le llama standard-setting, y existen varios métodos que no vienen al caso ahora. Dependen de las instituciones del gobierno que se dediquen a diseñar estas pruebas. En nuestro caso vamos a necesitar los estándares de desempeño, asociados a los estándares de contenido, para realizar bien esta operación y en definitiva, el diseño de pruebas estandarizadas externas.

- Evaluación no estandarizada: la que depende del juicio del profesorado basada en el trabajo o evidencias de su alumnado. Aquí los estándares de desempeño, alineados con sus correspondientes estándares de contenido, juegan un importante papel a la hora de ayudar a definir los niveles de desempeño en una rúbrica o instrumento similar. Al menos a la hora de determinar cuál es el nivel mínimo para alcanzar una determinada competencia, en el contexto de una actividad de evaluación.

De aquí se desprende la importancia de al menos dar pautas para la definición de estos estándares de desempeño a las escuelas, todo ello a partir de los estándares de contenido; proporcionando también situaciones de desempeño y actividades de base e instrumentos de evaluación que sirvan para su evaluación. Otra forma es definirlos como indicadores de logro que, sin ser prescriptivos, además de orientar el trabajo en el aula, orienten también el diseño de pruebas de evaluación externas.


Esperemos que los tiempos acompañen a un futuro buen desarrollo curricular en nuestro país, y en concreto de unos buenos criterios de evaluación que guíen y clarifiquen la práctica en el aula y el seguimiento del aprendizaje de nuestro alumnado. No he profundizado demasiado en cómo estos países analizados en la publicación de la OCDE también dan pautas muy claras, ya de base, para la diversificación curricular y la inclusión educativa. Cuestión que no debe quedar relegada en el diseño curricular a un segundo plano y a la que dedicaré unas líneas próximamente.

Para saber más

Centre of Study for Policies and Practices in Education (CEPPE), Chile (2013), Learning Standards, Teaching Standards and Standards for School Principals: A Comparative Study, OECD Education Working Papers, No. 99, OECD Publishing. http://dx.doi.org/10.1787/5k3tsjqtp90v-en

Forster, M and Masters, G. (2010) Progression and assessment; Developmental
assessment International encyclopedia of education (3rd ed). Ed. Baker, E. , McGaw, B. Peterson, P. Elsevier, Amsterdam.

Kleinhenz, E., and Ingvarson, L. (2007), Standards for teaching: Theoretical underpinnings and applications, New Zealand Teachers Council.

Wiggins, G. (1998). Educative Assessment. Designing Assessments to inform and improve student performance. Jossey-Bass Publishers: San Francisco.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dos comentarios:

- Los estándares de la L.O.M.C.E. recuerdan mucho por su nivel concreción al conductismo y a la operativización de conductas. Creo que lo que sobra es el "nivel de concreción", por no resultar operativo para el profesorado, pero además, por trasladar al alumnado la mentalidad conductista a la evaluación (quizá no fuera mala idea ese troceo en los contenidos).

-Unido a ello, en el currículo de alguna materia, la redacción de los criterios y estándares fue surrealista, haciendo un mal copia y pega del Real Decreto. Y ahí sigue vigente.

-Hay un debate soterrado pero no por ello inexistente entre los que creemos en la teoría curricular y los que defienden sólo los contenidos (postura fundamentada desde los filósofos griegos). Flaco favor nos hacemos para ganar nuestra batalla, sino medimos y repensamos con precisión quirúrgica los términos utilizados.

Gracias por el artículo y por el blog: un referente.

profesoriña dijo...

Gracias por tanta clarividencia y documentación.
Un compañero decía que los estándares son el paso previo a la robotización de la enseñanza: si puedes cuantificarlo todo, ¿para qué vas a necesitar a un humano que evalúe?
Los legisladores se olvidan de que el profesorado (de Secundaria, al menos) apenas tenemos formación pedagógica (hablo de los tiempos del CAP, desconozco si con el Master vienen mejor preparados). Leer tanta legislación ya supone un tiempo que no siempre tenemos. Entenderla ya ni te cuento ;-)