jueves, 31 de diciembre de 2020

Perlas de una sesión de evaluación

Llevo dos meses en dique seco por algunos motivos: el inicio del trimestre ha sido especialmente complicado (es el primero de ellos) y, sumado a esto, me he visto envuelto en otros proyectos. Pero no quería finalizar el año, disculparme: de mierda, sin haber escrito alguna entrada más. Esta no es tan técnica, como pueden haber sido otras. Es más bien, diría yo, un desahogo tras las reciente sesiones de evaluación en las que estoy presente. Y me ayuda mi querida compañera y jefa de estudios, que también ha estado presente en muchas: Elena Baviera. Así que, allá vamos con las sesiones de evaluación.

Una sesión de evaluación es un acto administrativo donde se reúne un equipo docente presidido por el tutor o la tutora de un grupo de alumnos y alumnas. Se realizan al final de un trimestre con el fin de "validar", entre otras cosas, las calificaciones otorgadas en las distintas asignaturas. Suelen acompañar en estas sesiones un miembro del equipo directivo y se puede contar con el asesoramiento del departamento de Orientación.

En la normativa se especifican estas cuestiones, las más relevantes en la educación obligatoria:
  • Es el equipo docente el que celebra las sesiones (tanto para valorar los aprendizajes del alumnado, como los procesos de enseñanza y su propia práctica docente), coordinado por el tutor o la tutora.
  • Actúa de manera colegiada en el proceso y en la adopción de medidas de acuerdo a la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común. Se ha de hacer constar las decisiones y acuerdos en un acta y se ha de informar al alumnado y sus representantes legales, si es menor, sobre el proceso educativo de éste, incuyendo las calificaciones en las materias.
  • Se realizan tres sesiones de evaluación durante el curso (una por trimestre), más una inicial durante el primer mes lectivo.
Y qué ocurre en ellas, ¿se parece esto en algo a una evaluación, atendiendo al sentido ortodoxo de lo que significa?

Miembros de la última sesión de evaluación
Fuente: La comunidad del anillo (Peter Jackson) - 2001

En nuestra modesta opinión, salvo raros esfuerzos, no. Es una suerte de repaso, alumno/a por alumno/a, de su transcurso académico: comportamiento, esfuerzo, rendimiento y temas personales. En este vídeo a modo de parodia “La Farsa de la Evaluación”, queda bastante bien descrita una sesión de evaluación. Todo hay que decirlo, la idea fue de Jose Luis Liarte (profesor de Música), el texto de Toni Solano (profesor de Lengua y Literatura, blog: Re(paso) de lengua) y el montaje, grabación y producción de Elena Baviera y Joan Collado, profesores de Música y Dibujo respectivamente.



Nos interesan particularmente aquellas expresiones, y no juzgamos a quien las emite, que esconden una concepción tal vez no demasiado acertada sobre qué significa evaluar. Son "perlas" (nótese la ironía) que en algún momento se escuchan, a veces frecuentemente, en estas sesiones, curso tras curso... Aquí va nuestro particular análisis para la reflexión.

Tiene un 4,6 pero le he puesto un 4

Aquí es cuando, o al profe de matemáticas le explota la cabeza, o se pasa por el forro (si está de acuerdo, le da igual o lo ha dicho él o ella) lo del redondeo al entero más próximo. Al resto, como no son de mates, se les puede perdonar, ¿no? Pues no,...Vamos a ver, aquí se dan otros fenómenos curiosos:

1. Invalida cualquier flamante hoja de cálculo con calificaciones parciales, medias aritméticas ponderadas, fórmulas condicionales y medición del rendimiento hasta la diezmilésima: 8,3467. ¿Para qué tanto?, es la pregunta. De esto se ha escrito otras veces en este blog, pero ¿de verdad la calificación del aprendizaje se asemeja tanto a medir características físicas como para hacer tanta media aritmética (ponderada o sin ponderar)? Además, con escasos valores como para que este estadístico de tendencia central sea el que mejor describa esa distribución de valores. Claro, luego un 4,6, y sin criterio de valoración del aprendizaje alguno, se convierte en un 4. Lo peor no es no tomarse en serio esto de los decimales, sino aplicar estas subidas y bajadas de calificación sin criterio pedagógico y a discreción, según me parezca y con los sesgos que tenga sobre ese alumno o alumna.

2. No hay atisbo, ni se le espera, de qué significa ese 4,6 en términos de aprendizaje y, por tanto, si realmente es que no ha llegado o se ha acercado más a un aprendizaje suficiente (se entiende que ese aprendizaje corresponde a una calificación de 5 en adelante). Esto implicaría alinear los aprendizajes evidenciados con unas descripciones del nivel de rendimiento, que cualquier docente podría hacerse adaptadas a su asignatura en función de las actividades de evaluación que ofrezca al alumnado y las propias características de éste.

3. Al menos denota un conocimiento notorio de los números borrosos, la Teoría de los Conjuntos Borrosos y la lógica borrosa, sin tener ni pajolera idea de qué es nada de esto. Vamos, que un 4, puede ser un 4 o un 3 o un 5. Sobre este tema, interesantísimo, hay artículos en el campo educativo como el de Xavier Gil i Joan Mateo: Modelos borrosos en la medición escolar (1993). Además, Xavier Gil tiene una tesis doctoral sobre este tema, y hay múltiples artículos con su aplicación a la economía y la toma de decisiones, entre otros campos.

4. Se parte de la falsa idea de que las calificaciones, de por sí, van a espolear el rendimiento. En la entrada sobre el feedback, ya se expuso que el efecto, por sí solo, que tienen las calificaciones en la mejora del rendimiento es ínfimo (desde luego no significativo). Y esto suponiendo que alguien que “saca” un 4, en lugar de frustrarse, va a luchar por mejorar.

Podríamos seguir con otras, pero van a ir apareciendo en frases que muestran una concepción de la evaluación similar a esta.

Es un 5, pero condicional, ¡ojo!

Claro: es que te lo regalo. Es más o menos como el caso anterior pero ahora, YO poseedor/a-de-las-calificaciones, juego a ser Dios, y decido quién está por encima del bien y del mal. Tal vez sea ese 4,6 que esta vez se ha convertido en un 5.

- Hoy te ha tocado a ti, guapa, ¡pero ojo! Si te portas mal arderás en el infierno de los suspensos el trimestre que viene.

¿Qué demonios es un aprendizaje suficiente condicional? ¿Alguien lo puede explicar? O es suficiente o no lo es, y esto no se explica con números, al menos sólo con ellos. El número es sólo la expresión simbólica de una medida, en este caso del aprendizaje, que ha de describir inequívocamente (salvo errores de medida) una característica.
Vaya, pero un teórico borroso no diría esto…¡Ufff, qué dilema! ¿Será que las calificaciones no son una medida? Entonces, ¿por qué hacemos medias? ¿O sí son una medida, pero igual no exactamente en una escala de intervalo o razón? 
¿QUÉ SON LAS CALIFICACIONES?, ¡¡¡ QUE ALGUIEN ME AYUDEEEEEE !!!



Nuevamente, esta práctica denota que no hay alineación entre qué significa el aprendizaje evidenciado por un alumno/a y la calificación que obtiene. Y que eso es lo de menos, porque las calificaciones son un arma de negociación y coerción.

Con las calificaciones se hacen más juegos parecidos a estos dos primeros. Quién no ha escuchado también:

Yo nunca pongo un 10

Nuevamente, ya que las calificaciones son un arma de negociación y propiedad del docente (de algunos/as). Incluso contraviniendo una norma, en la que se dice que las calificaciones van de 1 a 10. Se decide obviar el 10 de la escala, porque esto sólo está reservado para los héroes y semidioses que superen al menos 12 pruebas...Y ya veremos.

Como aplicadores de un programa educativo efectivo y de calidad, ¿nadie ha soñado con poner a todo el alumnado de la clase un 10? Sí, está claro, que al final no todo el mundo se esfuerza lo suficiente, no estudian e incluso algunos serán incapaces en su vida de hacer algo excelente, porque son “flojitos”, como el “hombre blandengue” del Fary, pero en versión estudiante.

Esta es otra muestra más, en la que no nos vamos a extender, otra perla de la evaluación, ligada a la calificación como las anteriores. Un 10 es algo a lo que todo alumno y alumna excelente tiene derecho y sobre todo, debe estar descrito en términos de aprendizaje.

Las faltas de ortografía son 2 puntos (menos)

Nos encantan estos bonus y “minus”, como el de la actitud (esa dimensión desconocida, en términos de aprendizaje). Una práctica nefasta que no tiene en cuenta el rendimiento demostrado y que lo socava con un criterio totalmente antipedagógico y arbitrario: de hecho hemos escuchado incluso que las falta de ortografía según el curso pesan menos: por ejemplo en 1º ESO: hasta 0,5 puntos, en 2º hasta 1,5 puntos y en 3º hasta 2 puntos...

Con esto no estoy diciendo que la ortografía no sea importante, incluso en Matemáticas. Pero se le puede dar la vuelta, especialmente si es un criterio de evaluación (prescriptivo) de nuestra área o asignatura (además de en la de Lengua), junto con otros aspectos que se han de tener en cuenta a la hora de presentar un trabajo o un escrito. Y el examen tradicional lo es. Por ejemplo, en lugar de restar a una competencia demostrada, se puede utilizar como criterio: Este examen vale hasta 8 puntos (conocimientos de Matemáticas en números enteros), y hasta 2 puntos (tiene que sumar 10, si no, no vale) en presentación de un escrito (ortografía, léxico específico, limpieza y organización…). De paso, ponemos en valor otros aspectos del aprendizaje, que realmente queremos tener en cuenta, sin sesgar la medida de unos conocimientos disciplinares.

Por supuesto, como debe ser una evaluación transparente, estos criterios deben estar explicitados desde el principio del curso, explicados y argumentados, asociados a un currículo prescriptivo y con sus instrumentos de evaluación asociados (en este caso para la cuestión de la ortografía valdría una escala de valoración). Y como no, dando la oportunidad de mejorar los aspectos deficientes con el oportuno feedback.

Ha aprobado, pero por la rúbrica

Esta quizá sea nuestra perla favorita...Es real, os lo prometemos que la hemos oído. Tampoco tiene mucho comentario, porque lo que denota principalmente son dos cosas:

  1. Un desconocimiento absoluto y profundo de que la rúbrica es un instrumento de evaluación tan válido y fiable como cualquier otro, y que sirve para evaluar determinados aspectos del aprendizaje.
  2. Que sólo los exámenes (en formato cuestionarios, claro) son la verdadera herramienta de valoración de los aprendizajes; y que otras no hacen sino distorsionar y favorecer los aprobados (inmerecidos en la mayor parte de los casos). La reproducción de conocimientos (mayormente medidos por estos cuestionarios) son el único aprendizaje válido, o al menos el más importante. A ver…Si tuvieran que pesar algo…¿adivináis el porcentaje de peso? ¿Era 70%?
  3. El instrumento, jamás es la prueba, la evidencia del aprendizaje. Permite valorar de forma válida (especialmente) y fiable, el aprendizaje. Es una confusión seria, sobre la que convendría reflexionar. Un alumno o alumna aprueba, se considera suficiente su aprendizaje, de acuerdo a unos criterios de evaluación, especificados en criterios de realización, que pueden (o no) cuantificarse.

¡Bravo por la rapidez de la tutora!

Se aplaude a aquel tutor o tutora que pone en marcha el turbo y acaba lo más rápido posible. Lo más importante en una sesión de evaluación es ser puntual y que el/la tutor/a acabe muy pronto. Prima el tiempo por encima de indicadores de logro tales como “coordinación eficaz del equipo docente, conocimiento exhaustivo de cada alumno/a, previo a la sesión de evaluación en cuanto a su rendimiento, situación socioeconómica, cultural, familiar, acceso tecnológico en casa (dispositivos digitales), posibles necesidades específicas…

La sesión de evaluación, en la mayoría de los casos, constituye el único momento de encuentro de todo el equipo educativo de un grupo de alumnos/as en el transcurso de 3 o 4 meses (una evaluación). En cambio, se puede convertir la sesión en una información exhaustiva del tutor/a sobre cada alumno/a (información, por otra parte, muy necesaria y valiosa para el equipo docente), sin haber tratado ningún acuerdo, decisión o propuesta de mejora consensuada por parte de todos; entre otras cosas porque, lo más importante es acabar pronto el día con tantas evaluaciones que se tienen.

La productividad de una sesión de evaluación, como en cualquier otro tipo de reunión, implica responsabilidad de cada componente del equipo (puntualidad, predisposición, actitud…). Gran parte de la improductividad de la reunión radica, justamente, en la actitud de algunos compañeros y compañeras que “aprovechan el tiempo” leyendo un libro, corrigiendo exámenes, preparando clases, respondiendo al móvil, hablando con el compañero de al lado… Mientras la tutora o tutor intenta llevar a cabo la sesión y que le escuchen y respondan a sus preguntas.

Es muy vago y le cuesta. Como es flojito, por eso suspende. No va a aprobar

Pueden ir las tres juntas o cualquier combinación de ellas. Esta no es nuestra favorita. Es quizá la que más nos duele.

De nuevo en la 1ª y la 2ª evaluación volvemos a escuchar a la compañera este juicio de valor sobre una alumna cuando el tutor le pregunta: ¿Qué propuestas le sugieres a la alumna para que mejore su calificación? Esta sentencia, cualquiera de ellas, esconde tras de sí la concepción de una evaluación diagnóstica, ya realizada en su momento al inicio del curso, que parece ser confirma las sospechas de la profesora, y que justifica y acredita el suspenso de la alumna. En una entrada de este blog se presenta un estudio precisamente del tema de las calificaciones en un 3er curso de ESO a lo largo de todo el curso. Y efectivamente, y tristemente, a los y las que se dice que no van aprobar, no lo hacen (¡incluso tras repetir curso!, esa medida tan efectiva).

La concepción de una evaluación formativa, en la que se plantean propuestas de mejora concretas es inexistente; como mucho, el tutor consigue sonsacar de la profesora la prevista frase: “a la próxima, que estudie más”. Por no hablar de que se desconoce que las expectativas (positivas) es un factor de alto impacto en la mejora del aprendizaje, y de cómo trabajarlo. Por tanto, si ya se conoce quién no va a aprobar en la 1ª evaluación o en la inicial: ¿qué papel tenemos los profesores y profesoras en esto del aprendizaje?, ¿qué relevancia tiene nuestro método pedagógico, nuestro programa educativo?, ¿qué tamaño del efecto, en términos estadísticos? ¿Cuál es el valor añadido de la escuela?


Sobre todo esto hay mucha literatura, pero esta entrada no acabará con un “Para saber más”. Esperamos que la entrada os haya entretenido, y os haya hecho pensar, e incluso cuestionar nuestras descripciones y argumentos. Todos y todas alguna vez regalamos perlas de este estilo. Están tan arraigadas las concepciones sobre la evaluación, que no podemos escapar de ellas, o igual no queremos.

¡Perlas! (aquí en Valencia se dice mucho, en este caso cariñosamente). Esperamos que el inicio de un nuevo año nos renueve a todos y todas. Nos haga crecer y ser mejores personas, ante todo, y también a ser mejores profesionales. Un abrazo. Javier y Elena.

3 comentarios:

Jose Antonio Herranz Carrión dijo...

Interesante (y dolorosamente realista) artículo.
El blog también tiene un contenido muy apetecible.

Gracias por dedicarle tiempo.

Berenguer Artístic! dijo...

¡Y qué honor ser Frodo!😜

Berenguer Artístic! dijo...

Gran post, Javier y Elena. Tenemos tan arraigada esa concepción perversa de la evaluación, que incluso siendo críticas con ella tenemos algunas de estas perlas asumidas e interiorizadas.
Aquí el enlace al vídeo de "La farsa de la evaluación': https://youtu.be/T18ftzspd3E

¡Un abrazo!