El caso es que, de lo que mi memoria recuerda y la hemeroteca también, se ha criticado y denostado con prácticamente los mismos argumentos un modelo y otro. Se ha negado la mayor, y se ha asimilado a la evaluación externa con un monstruo que viene a comernos por los pies. Se han retorcido los argumentos y falseado las definiciones. Repito, sea el modelo que sea. Y en muchos casos, como viene ocurriendo en este país, por intereses políticos ajenos a cualquier argumento pedagógico o aprovechando sesgadamente a éstos. Si la EGD fue un invento de la LOE, se criticó por los que no apoyaron la LOE...Y luego los que no apoyaban la LOE siguieron con ella y, consecuentemente, la EGD o cualquier evaluación de diagnóstico se criticó por los mismos que la dieron a nacer...(un lío, ¿no?). Claro, esto demuestra que da lo mismo la obra (da igual que sea buena o mala), se va a por los actores (da igual que sean buenos o malos también). Sí, es cierto, cada uno aplicó la LOE al respecto de las evaluaciones de diagnóstico según quiso, y hubo diferencias en intención y aplicación de la norma. Pero la idea que ha quedado, en general, es que determinados sectores vinculados más a la izquierda política, por qué no decirlo, han sepultado la evaluación externa. Y si ahora quieren usarla, no saben cómo.
Con todo esto no estoy defendiendo las evaluaciones individualizadas externas, y menos aún las que tienen el objetivo de revalidar un título que determina la LOMCE. Para esto tengo reservada otra munición que no cabe aquí. Aunque me temo que me he metido en un jardín donde cualquiera se puede sentir ofendido y arremeter contra el argumento principal, que es educativo y social eminentemente. Ojalá lo educativo y social ocupara un serio y gran espacio en la agenda política. No sólo papel mojado.
Lo que sí me gustaría resaltar aquí es que, gracias al (mal)uso que se ha realizado de la evaluación externa desde el enfoque neoliberal, puede perderse la potencia que puede tener para el fortalecimiento de la justicia social.
Son conocidas las políticas neoliberales de Bush Jr., por poner uno de estos ejemplos, con el No Child Left Behind de 2001. El responsable último de que un niño quedara atrás era el docente o la escuela. ¿Y cómo se sabía esto? Midiendo un resultado con unas pruebas. Y este "modelito" se ha intentado trasladar en repetidas ocasiones, desde la evaluación o desde otras esferas de la educación, a nuestro país. El de que las escuelas han de competir entre ellas para ofrecer la mayor calidad a sus clientes y cubrir sus expectativas.
Salirnos de este enfoque neoliberal presupone entender que las escuelas han de garantizar los derechos educativos a todas las personas, no competir entre ellas, ofreciendo un servicio público de calidad y satisfaciendo sus necesidades, no sus demandas. Y la evaluación es una herramienta más, que en este caso se pone al servicio de la justificación de una mayor equidad y calidad del sistema educativo. Por ejemplo, sabemos que los resultados están altamente determinados socialmente. Todo estudio internacional que se precie lo muestra. ¿Qué se hace con una escuela que precisamente demuestra la relación malos resultados-extracción económica y socio cultural baja?¿Se le mide y ya está? Algo más se podrá hacer, ¿no?
Fuente: MECD (2013). PIRLS - TIMSS 2011. Estudio Internacional de progreso en comprensión lectora, matemáticas y ciencias. IEA Volumen I: Informe español. Secretaría General Técnica: Madrid, p. 71. Disponible online: http://www.mecd.gob.es/dctm/inee/internacional/pirlstimss2011vol1-1.pdf?documentId=0901e72b81710232
Tedesco (2016) señala algunas cuestiones que se deberían promover desde la evaluación, quizá ésta debería ampliar el objeto de medición, no sólo resultados sobre aprendizaje de áreas o competencias. Medir las políticas de subjetividad debería implicar resultados en ciertos indicadores:
- los lugares donde se rompe el determinismo social,
- la confianza que tienen los docentes en la capacidad de aprendizaje de los estudiantes,
- la responsabilidad que asumen de los resultados de su alumnado,
- la autoestima, tanto de docentes como del alumnado,
- la adhesión a la justicia social como rasgo de la cultura del desempeño docente.
La evaluación aquí cambia de rol. No se trata de si evaluación sí o evaluación no, sino del cómo:
- Está al servicio de una responsabilidad colectiva por los resultados, asumiendo la importancia del trabajo en equipo, de las instituciones y la auto-evaluación.
- Se apuesta por el mantenimiento de la calidad técnica de las pruebas de esta evaluación, pero también de una mayor participación del profesorado en su diseño. Acercando así el currículo efectivo del aula al contenido de estas pruebas.
- Los resultados, las pruebas, etc., en definitiva el proceso de evaluación externa, no es un fin en sí mismo. Tiene sentido en el seno de la evaluación interna, en la formación de los docentes y en los procesos de mejora de calidad educativa.
¿Quién se encargará de hacer efectivo todo esto?¿Estamos dispuestos y dispuestas a responder positivamente?
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